sábado, 12 de noviembre de 2011

Capítulo 6


Abrió los ojos y se encontró con esos ojos azules que tanto anhelaba, esos ojos que la volvían totalmente loca…

- ¿Ashley? ¿Por qué no volviste a tu casa?

Finalmente, Ash volvió a realidad completamente. No eran los azules ojos de Jeremy, si no los grises de Cristian, aunque tenían un brillo extraño. Estaba tumbada en la calle de al lado del instituto. De repente le vino a la mente todo lo ocurrido: el encuentro con Alan, la navaja, Cristian protegiéndola y ella corriendo, pensando en su amigo, cuando empezó a oír una suave voz, la misma que la atormentaba en sus pesadillas, que le susurraba “ve hacía el instituto” una y otra vez.
Era absurdo, pero ella había oído esa voz dentro de su cabeza, estaba segura.

- Yo… es que… alguien me dijo… da igual- Intentaba explicarse cabizbaja, entrecortadamente, pero le era imposible decir que había oído una voz, no se lo creía ni ella.

De repente recordó que Cristián podía estar herido, se había enfrentado a unos gamberros, probablemente le habrían pegado una paliza. Lo miró, asustada de lo que podía encontrar, y lo que se encontró fue el rostro mojado de Cristian, sin un rasguño.

-No, no da igual, quiero que me digas por qué no fuiste a tu casa.- Cristian estaba sonriendo, pero era una sonrisa lejana, como si estuviese pensando en otra cosa que Ash no pudiese comprender.

-Te lo diría, pero no me creerías, además, ¿Qué más da? El caso es que estoy bien… gracias a ti. Lo que sí que importa es qué has hecho tú para salir tan bien parado de la situación.

Ya recuperada de su confusión, logró ponerse de pie y analizó completamente el estado de Cristian. Estaba perfectamente. Igual de perfectamente que cuando apareció, salvo por ese brillo siniestro de sus ojos, que la asustaba un poco, pero a la vez la atraía de una manera que la asustaba aun más.

-Está bien, entonces nos andaremos los dos con secretos, porque yo no te lo voy a decir – le guiñó un ojo, y al abrirlo, aquel brillo había desaparecido. Volvía a ser aquel chico creído e inocente.

-Bueno, al menos explícame que hago aquí, desmayada –Se dio cuenta de que él le había preguntado algo parecido y rectificó- Quiero decir, qué hago desmayada… y por qué estás tú aquí si creías que iba a mi casa.

-Eso son muchas explicaciones, y en realidad ni yo lo sé completamente seguro, tan solo tengo sospechas… en fin, creo que deberías irte. Ya nos veremos mañana, o pasado.

-Vale…

Ash ya se estaba alejando a paso rápido, cuando se paró y le gritó a Cristian:

- Oye… gracias. Perdona por lo del otro día.

Cristian hizo un gesto con la mano, y después ambos fueron en direcciones contrarias. Ash iba absorta en sus pensamientos, intentado, sin éxito, buscarle un sentido a todo lo ocurrido, cuando, de repente, chocó con alguien y cayó al suelo. Levantó la vista, y esta vez sí, se encontró con los ojos de Jeremy. Su Jeremy. Un momento después estaba resumiéndoles a Angela y a él, quienes acababan de finalizar sus clases, su encuentro con Alan. Lo resumió tanto, que no incluyó la navaja de Alan, ni la huida, y mucho menos la voz.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Capítulo 5


Se tumbó en el empapado tobogán, y allí pasaron minutos y minutos de silencio tan solo interrumpidos por el sonido de las gotas al chocar con el suelo y, muy de vez en cuando, por el motor de los pocos coches que cruzaban el parque.

Ashley tenía los ojos cerrados, cuando una desagradable voz, que sonaba un poco más ebria de lo normal, la sacó de su ensimismamiento:

-Pero mirad lo que tenemos aquí, si es mi amiga Ashley…- Alan disfrutaba viendo la cara de frustración de Ash- ¿Qué haces aquí? ¿Qué pasa, que tus dos amiguitos te han dejado tirada para estar ellos dos solos? Qué pena… Aunque, pensándolo bien, es una suerte, así podrás venirte a dar una vuelta con nosotros.

-Qué te den, Alan, tengo cosas mejores que hacer.

Ashley se levantó, dispuesta a marcharse, pero Alan se colocó delante suya mostrándole un objeto que llevaba en la mano. Era una navaja.

-Dime, ¿Has cambiado de opinión, o necesitas que te convenza?

Ashley no se lo pensó más y echó a correr hacía la salida del parque. Deseó con todas sus fuerzas que Jeremy estuviera allí, él los habría espantado sin ninguna dificultad. Pero se encontraba sola. Intuía que la estaban siguiendo, y estaba asustada. Sabía que Alan podía llegar muy lejos, más de una vez había estado metido en asuntos turbios con la policía, pero siempre salía bien parado porque su padre ocupaba un cargo importante en el ayuntamiento de la ciudad.
Al doblar la esquina se chocó de bruces con alguien y cayó al suelo. Levantó la vista, y se quedó pasmada al ver que era Cristian, y que se estaba poniendo delante para protegerla.

-Venga, ya os podéis volver por donde habéis venido. Ella está conmigo.

La voz de Cristian en esos momentos sonaba esperanzadoramente enérgica, pero tenía un tono serio y grave que no había apreciado el día anterior.

-No me hagas reír… ¿Te crees qué nos das miedo o algo? Das más bien pena intentando defenderla. ¡Quítate de en medio si no quieres acabar mal!

Sin previo aviso, Cristian se lanzó sobre Alan y gritó

-¡Corre Ashley corre, puedo con ellos, tú vete a casa!

Tras unos segundos de duda Ashley salió corriendo. No sabía a donde se dirigía, tan solo corrió y corrió, en su mente no dejaban de resonar las palabras de Cristian “¡Corre Ash, corre, puedo con ellos!” Cristian era fuerte, pero ellos eran cuatro, y Alan tenía una navaja. Tenía miedo, Cristian podía acabar mal de verdad. Siguió corriendo, se acordó una vez más de Jeremy, que estaría disfrutando de un almuerzo con Angela, pensó en sus ojos azules, esos ojos que tantas veces había observado fijamente, esos ojos…



domingo, 23 de octubre de 2011

Capítulo 4


La clase ya estaba empezando cuando Ash entró. Ocupó su sitio y se sorprendió al ver que el asiento de Cristian permanecía vacío. En cambio, Melanie estaba ya sentada. Ash observó que Melanie se había dejado el pelo suelto, que le caía en tirabuzones rubios sobre sus delicados hombros. Llevaba sus gafas marrones, que al bajar la cabeza le resbalaban sobre la nariz. Alzó la vista y saludó con una leve sonrisa a Ash.

Pasaron las horas, y llegó el recreo. El recreo era la media hora del día que Ash más disfrutaba. Siempre era igual y a la vez distinto. Igual porque siempre lo pasaba junto a sus amigos, o bien en un rincón del patio o bien en una mesa apartada en la cafetería, y distinto porque cada día las conversaciones eran únicas y tenían algo de especial.

Los tres amigos estaban sentados en las escaleras que daban a la salida de emergencias.
Angela y Jeremy le estaban contando a Ash las novedades:

-Por cierto, Ash… este año no vamos a poder volvernos juntos a casa. Es un rollo, pero es que al estar en bachillerato tenemos que quedarnos una hora más, y además los martes y los jueves Angy y yo vamos a comer en el bar de enfrente, para venir también por la tarde. Es para recuperar las asignaturas del año pasado… nunca perdonaré a ese maldito profesor de matemáticas. ¡Me tenía manía!

A Ashley se le ensombreció el rostro. Intento mantener la sonrisa mientras le quitaba importancia al asunto, pero ambos amigos la conocían demasiado bien como para saber como se sentía.

-Vamos,, Ash… tampoco es para tanto, no te preocupes que todo seguirá siendo como siempre, estaremos juntos en los cambios de clase, en el recreo, y los viernes y sábados que vayamos a dar una vuelta.

Tras decir estas palabras, Jeremy y Angela la abrazaron, al grito de “Abrazo fuerte”. Cada vez que él la abrazaba, Ash sentía como el tiempo se paraba. Se inundaba del aroma suave y a la vez intenso del perfume del muchacho, y se concentraba en cada uno de los milímetros de su piel que estaban en contacto con la suya, y, horas después, seguía recreando en su mente ese pequeño gesto de cariño.

Sonó la campana, y todos volvieron a las clases. Al salir, Ash pensó en quedarse a esperar a sus compañeros, al fin y al cabo, una hora no le importaba demasiado. En su casa le echarían una reprimenda, pero hacía mucho tiempo que éstas habían dejado de importarle lo más mínimo. Al momento desechó la idea debido a que era martes, y, furiosa con el mundo entero, salió del instituto.
Estaba lloviendo, pero a Isa no le molestaba la lluvia.
De pequeña, las abundantes tardes de primavera que llovía en Wellow, se escapaba al parque de al lado de su casa, y se ponía a jugar en los columpios. Los días soleados, el parque estaba repleto de niños y niñas de su edad, y no la dejaban divertirse, por eso, prefería ir sola.
A pesar de los años que habían pasado, seguía disfrutando de la lluvia y de la soledad en el parque. Solía ir cuando se sentía triste o enfadada. Y este era uno de esos momentos.

domingo, 16 de octubre de 2011

Capítulo 3


Al fin llegó la hora de irse. Aunque para Ashley, ese día, salir del instituto no resultaba precisamente un alivio. Iba a salir de un infierno para encontrarse con otro aun mayor, su casa, y al contrario que años anteriores, está vez no contaba con las risas y apoyo de sus amigos en el trayecto de vuelta a casa. Tenía planeado volverse sola, pero cuando no llevaba andados ni dos metros el chico de su izquierda se le acercó corriendo.

-Oye, una pregunta, ¿Por qué no me has hablado en las seis horas de clase? No quiero parecer creído ni nada, pero es que normalmente cuando una chica se sienta al lado mía, no deja pasar la oportunidad de hablarme.

Ashley, sorprendida, respondió de mala gana:

-Pues lo pareces. Y no te he hablado porque no tenía nada que decirte.

Siguió andando dando por concluida la conversación. Pero el chico no se dio por vencido, soltó una pequeña carcajada y siguió insistiendo:

-Bueno, es una buena respuesta, pero ¿Sabes? Eres rara.- Sonrió- En fin, me llamo Cristian.

Ash musitó su nombre a modo de presentación y aceleró el paso. Al parecer Cristian iba en la dirección contraria, así que cuando ya estaban bastante lejos, éste le grito:

- ¡Encantado Ashley, nos vemos mañana!

Ashley anduvo mecánicamente hasta la parada de autobús. Una vez dentro del que le debía llevar a su casa, se le vino a la mente la imagen de Cristian. Por primera vez se dio cuenta de que realmente era bastante atractivo. Moreno de piel, cabello castaño, revuelto y cayéndole por debajo de las orejas, con los ojos un poco tapados por un mechón de su pelo, ojos de un extraño y bonito color grisáceo, alto y bastante fuerte. En seguida borró esta imagen. ¿Cómo podía ponerse a pensar que un chico era mono mientras Jeremy, su amado y ansiado Jeremy, estaba con Angela? Debía sentirse triste y desgraciada, y pensar en él, como ya era su costumbre hacer.

El resto del día lo pasó en su casa, encerrada en su habitación, con la música de fondo, leyendo. Leyendo y llorando. Llorando porque Jeremy nunca sería suyo a pesar de que siempre estaría allí. Y con estos pensamientos, se quedo dormida.

De nuevo, tuvo aquel extraño sueño que ya llevaba varias noches repitiéndosele. En el sueño, ella caía desde un alto rascacielos, y mientras caía, eternamente, sin llegar nunca al suelo, podía ver a través de las ventanas del edificio extrañas escenas, a la vez que una voz desconocida la obligaba de alguna manera a mantener los ojos abiertos. De repente, sonó el despertador y cesó la caída. En esta ocasión, había visto en una sala de un hotel a Jeremy con un puñal en la mano, inclinado sobre el cuerpo inerte de un hombre  al que no conocía.

Al día siguiente, como siempre había sido, recogió a Angela en su casa, que estaba a apenas cinco minutos de la suya, y juntas cogieron el autobús. En la segunda parada, subió Jeremy.

-¡Qué deprimente resulta volver a las clases! Espero que este año también estemos juntos, Angy… Por cierto, Ash, ¿Cómo te ha ido en tu clase? Dime que no estas con Alan y los tontos esos que siempre van detrás suya. ¿Quién es tu profesor? ¡Más vale que nuestras aulas estén en la misma planta!

Ashley respondió a todas las preguntas con una sonrisa de oreja a oreja. Estaba aliviada. Todo era como siempre. Él era su mejor amigo, él aun la quería muchísimo, aunque no fuese del mismo modo. Tenía suficiente. Él seguía siendo su Jeremy. Aquel Jeremy que tanto anhelaba y cuya felicidad era su mayor deseo.

jueves, 6 de octubre de 2011

Capítulo 2


Finalmente encontró su nombre en la lista. La habían cambiado de clase, y ahora casi todos sus compañeros eran distintos. En cuanto a sus profesores, no podía haber sido peor, su tutora era la profesora de francés que tanto le había hecho sufrir el año pasado, humillándola delante de sus compañeros, haciéndola sentir como si fuese basura, acusándola de muchas barbaridades sin fundamentos y haciendo que sus compañeros se alejasen aun más de ella.

Suspiró y se dirigió al tercer piso donde estaría su nueva aula.

Ya estaban allí la mayoría de los alumnos. Se llevó una ingrata sorpresa cuando oyó una inconfundible voz detrás suya:

-¡Anda, qué suerte Ashley, volvemos a caer en la misma clase! Parece que al final, vamos a estar unidos por el destino y todo.

Un coro de risas estridentes siguió al saludo de Alan.

Alan, era, junto con sus brutos y patéticos esbirros, una de las personas que más repulsión le producían a Ash. Esto se debía a que desde que comenzó 1º de ESO, tres años atrás, habían estado incordiándola y haciéndole la vida lo más imposible que podían, llegando al punto de haber fingido ser golpeados por ella, lo que casi provoca una falta muy grave en su ya sucio expediente, o, peor aun, otra expulsión, que tan solo fue evitada gracias a las protestas que presentaron sus dos amigos, junto con algún profesor, ante el director.

-Sí, sería posible si no fuese porque eres patético y el destino no puede ser tan estúpido.

Ash pronunció estás palabras en un tono medio de voz, pero con la suficiente claridad para que el resto de jóvenes silenciaran temporalmente sus conversaciones para meter cizaña con los típicos comentarios “Anda, lo qué te ha dicho, yo que tú le pegaba una paliza” ó “Esto en mi pueblo es pelea”.

Alan no parecía de ninguna manera amedrentado, al contrario, parecía que estaba desfrutando con el corro que se había formado a su alrededor. Sin embargo, cuando se disponía a responder, sonó la campana y Ash, rápida, aprovechó para escabullirse hacía dentro de la clase. Se sentó, como era su costumbre, en un pupitre vacío al fondo del aula.

Segundos después la profesora entró en clase y se hizo un total silencio. Tras recorrer dos veces el pasillo mirando fijamente a cada uno de los alumnos que componían la clase C de 4º de ESO, se subió a la tarima y sin más preámbulos comenzó a realizar cambios de sitio.

Ash ya se temía que la llevarían a los primeros asientos, pero fue peor de lo que se esperaba: primera fila, detrás suya Alan, a su izquierda un chico que no conocía y a la derecha una chica llamada Melanie, que estaba en su clase el año pasado. Esto último le agradó un poco pues estas compañeras no tenían mucha relación, pero las pocas palabras que habían intercambiado no habían sido hostiles.

Comenzó el discurso de todos los años. Siempre era lo mismo. Cada profesor lo contaba de una manera, unos utilizaban unas palabras más duras, y otros más suaves y amables, pero venía a significar exactamente lo mismo. Advertencias. Advertencias y consejos sobre como afrontar el curso, sobre lo que ocurre si no respetas las normas al pie de la letra, y también advertencias sobre la importancia de estudiar y de no abandonar ninguna asignatura.
Ash odiaba estos discursos, eran insoportables, sabía perfectamente cuales eran las normas, al igual que todos sus compañeros, por eso detestaba que las repitiesen. Lo mismo ocurría con el resto de consejos. Le parecían inútiles, innecesarios, pérdidas de tiempo, y ella no aguantaba lo innecesario. También eran innecesarios e insoportables los toquecitos en la silla de Alan. Pintaba que ese curso no iba a ser muy agradable.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Capítulo 1

Bueno... aqui va el primer capítulo... espero que os enganche un poco, porque en este primer capítulo no pasa nada realmente interesante:)

Era el primer día del curso. Una gran variedad de alocados adolescentes miraba las listas de las clases. Algunos, aun con la madurez muy lejos, se perseguían gritando y riendo mientras los profesores les reprendían con impaciencia; otros, más civilizados y de mayor edad, charlaban animadamente sobre las nuevas asignaturas, compañeros y profesores; los más salvajes y con menos cerebro, se reunían en una esquina a soltar tacos insultando a algunos inocentes jóvenes recién llegados y presumiendo sobre sus “hazañas” del verano.

En medio de toda la multitud se encontraba intentando localizar su nombre en las listas una chica bajita que rondaba los dieciséis años, tenía el pelo negro y más bien corto, la piel muy blanca, repleta de unas pecas que la embellecían y unos profundos y grandes ojos oscuros, casi completamente negros. Se llamaba Ashley, pero le gustaba que la llamasen Ash.

Ash llamaba la atención porque al contrario que los demás, parecía triste y de mal humor. Lo estaba. Llevaba asistiendo a aquel céntrico instituto público tres años, después de haber sido expulsada del odiado colegio de monjas al que su madre la enviaba debido a, según palabras de su padrastro, “sus problemas de agresividad y autocontrol”.

En este instituto era más o menos feliz, a pesar de que en su curso no tenía amigos y sus compañeros se burlaban de ella por ser diferente o, en el mejor de los casos, la ignoraban.

En los recreos solía reunirse con sus dos únicos y mejores amigos, Angela, a la que solían llamar Angy, y Jeremy. Ambos estaban en un curso superior, eran muy inteligentes, la trataban muy bien y la entendían, ayudaban y animaban en los abundantes momentos difíciles que sufría.

Angela tenía el pelo largo, muy liso, de un intenso negro alternado con mechas rojas como el fuego, sus ojos eran de un tono verde muy especial, su piel estaba ligeramente bronceada por el sol y sus labios eran gruesos y estaban adornados con un piercing en forma de anilla. Era secretamente envidiada por Ashley, quien admiraba los atrevidos vestidos tipo Lolita que tan bien le sentaban y la indiferencia e ironía con la que trataba a quienes la importunaban con comentarios o miradas desagradables.

Jeremy era rubio. Tenía el pelo largo y despeinado, lo que le daba un aire rebelde. Tenía unos impresionante ojos azules que cautivaban. Llevaba tatuado una frase en algún idioma asiático, tal vez japonés, en el hombro izquierdo y al igual que sus amigas, era otro de los “raros” del instituto, lo que para él no era ningún problema, pues, como siempre decía, prefería ser raro que ser igual que todo el mundo. Además, no necesitaba más amigos, con Angela y Ashley tenía suficiente.

Especialmente con Angela,  y Ashley lo sabía.

Angy y Jeremy llevaban saliendo desde que empezó el segundo curso que Ashley pasó en su nuevo instituto. En principio, no debía suponer ningún problema para nadie, pero Ash no podía evitar estar enamorada de Jeremy. Otra desgracia más en su vida: enamorarse de su mejor amigo, y, por si fuese poco, el novio de su mejor amiga.

En ese momento, rodeada de personas de su edad, se sentía fuera de lugar, y no paraba de recordar porque sus dos amigos no estaban hoy con ella. Era día quince de septiembre, primer día de curso, y tercer aniversario de Angela y Jeremy.

La pareja había decidido saltarse las clases por ser un día tan especial. Ashley no los culpaba, pero se sentía un poco dolida, pensaba que podrían haberla tenido un poco más en consideración, sobre todo su amiga, que conocía sus sentimientos hacía Jeremy.

Ash se enamoró de Jeremy casi la primera vez que lo vio, aquel día, que parecía tan lejano, cuando unos chicos de su clase se estaban metiendo con ella y él llegó y los ahuyentó con cuatro palabras y una mirada amenazadora que realmente imponía.

La salvó, y se convirtió en su salvador. Entonces, Jeremy le presentó a su mejor y única amiga en esa época, Angela, y en seguida hicieron muy buenas migas. Se convirtieron en tres amigos inseparables y muy unidos.

Ash le dijo a Angy que sentía algo más que amistad por Jeremy, y ésta, para su sorpresa, le confesó a su vez que ella también. Las dos hicieron un pacto en el que se comprometían a que, en caso de que surgiese la oportunidad de algo más que amistad entre ellas y el chico, lo rechazarían para mantener la amistad que las había unido desde  aquel primer momento.

Pero una cosa es lo que se promete y se piensa hacer y otra lo que finalmente se hace. A los pocos meses de realizar ese pacto, Jeremy le contó a Ash que estaba empezando a sentir algo más que amistad por Angela, pero que no sabía si declararse. Tras unos días en los que la chica lo pasó peor que de costumbre, cazando las miradas furtivas de sus dos amigos, decidió romper ella misma el pacto, pues sabía que tarde o temprano Angela acabaría arrepintiéndose de haberlo realizado y prefería que su amiga fuese feliz, al fin y al cabo, ellos seguirían siendo amigos. Los tres.
Finalmente, el primer día de aquel segundo curso, ocurrió lo que tenía que ocurrir entre Jeremy y Angela.


miércoles, 28 de septiembre de 2011

Welcome everybody:3


¡Hola a todos! Bienvenidos a mi blog, espero que os guste, al menos un pelín:3

Este blog va a estar dedicado únicamente a una "novela" (si merece ser llamada asi u.u) que estoy escribiendo, o como yo digo, escupiendo sobre el papel. :)

Quería antes de nada agradecerle a mi Marina todo lo que me ha ayudado, porque es una pedazo experta en blogs, y además, que la quiero muchísimo, a mi abuelita^^ Asi que si lo que quereis es una historia, de verdad interesante, romántica y entretenida, meteros rápidamente en este precioso blog:  http://vickyisstillalive.blogspot.com/

Ya puestos a recomendar blogs, tenemos el de Andi, una chica que tiene un don  natural para esto de los blogs *__*  Si os meteis un día, os engancharéis y estaréis deseando que haga entradas a diario:333
http://paper-memories.blogspot.com Que aunque se vaya a tomar un descanso, no significa que no vuelva è_é

También agradecer a Marta, la señorita Fuck You, su ayuda con la historia, con los nombres y con su apoyo:333333 Y bueno... ¿por qué no? Un poco también a Inma, que para algo se molestó en leer antes que nadie y decirme que le gustó:) ¡Os quiero! <3

Por último, antes de comenzar con un pequeño prefacio raro que espero no sea demasiado malo, avisar de que cualquier tipo de coincidencia con la realidad es pura casualidad, no me he basado en nadie para hacer personajes, y ni mucho menos tengo similitud con algún personaje.


Todo está en silencio. Entonces oigo su voz, suave, deslizándose por mi piel, a través del oído, con destino fijo a mi corazón. No quiero abrir los ojos. Quiero seguir durmiendo sobre su pecho, escuchándolo, a pesar de no entender lo que dice. Aunque sepa que tal vez soy solo una más, que sus hermosas palabras no van dirigidas a mí, su voz tiene ese mátiz tan bello que cautiva. Por eso, a pesar del silencio, me siento llena de su sonido. No hay nada ni nadie más. Nadie importa, nada importa. No le importo ni a nada ni a nadie. Sin embargo, tengo su voz. Sus susurros en el infinito silencio de mi vida.


¡Muchas gracias a todos, por favor, veniros a leer el primer capítulo!